Zen en el arte de editar
Ray Bradbury contaba en este libro cómo se sentaba delante de una máquina de escribir para teclear y teclear sin parar. Hablaba de su pasión desenfrenada por escribir.
18/09/2017

Mi amigo Ricardo me regaló uno de esos detalles que invitan a la fabulación. Hará más de quince años, claro que quien dice quince, dice veinte. Me lío cuando el paso del tiempo va más allá de los diez. Sí recuerdo que fue en la plaza de santa Ana, en ese Madrid del centro tan de cañas, turistas y sol. Podría describir lo que llevaba puesto, incluso el perfume que usaba por aquel entonces. Mi amigo Ricardo y yo éramos muy profundos en esa época. Nos gustaba meter el dedo en la llaga, filosofar y elucubrar horas y horas para acabar dándole vueltas a lo de siempre. Demasiada árnica en vena, lo sé.

Aquel regalo no estaba envuelto, venía en una bolsa de papel de estraza y asas blancas. Tenía una cubierta de color vainilla de la que surgían las teclas de una máquina de escribir que quedaban «suspendidas» en mitad de la portada justo antes de tocar el rodillo de tinta y manchar el folio en blanco. La editorial era Minotauro, eso también lo recuerdo. Y el título: Zen en el arte de escribir, de Ray Bradbury. Tal vez sea uno de los libros que más he dejado o recomendado a compañeros periodistas, muchos de ellos adictos a escribir, aprendices, como servidora, a teclear y teclear, buscando entre las musas cuando estas hacen requiebros, que diría Sabina. Ricardo me leía frases de Bradbury y cuando las cervezas habían dado paso a la segunda copa alzaba el tono del discurso y me «regalaba» el oído hablando de mis virtudes como escritora (a estas alturas de la noche me las creía todas); me pedía que buscara, como Bradbury, entre los recortes de periódico, en las noches de insomnio, en las paradas de autobús, donde fuera... hasta encontrarme de frente con esa historia que me impulsara de una vez por todas a empezar y sobre todo a terminar una novela. ¡Me hubiera gustado tanto haberle dado la razón!, pero siempre deseé ser tantas cosas y tan poco realistas…

Ray Bradbury contaba en este libro cómo se sentaba delante de una máquina de escribir para teclear y teclear sin parar. Hablaba de su pasión desenfrenada por escribir. Decía que si uno escribe sin garra, sin entusiasmo, sin amor o sin divertirse se convierte en un escritor a medias. Y que el primer deber de un escritor es la efusión. Me lo aprendí de memoria de tanto leerlo.

Evidentemente, no me hice escritora, aunque seguí y sigo apuntalando letras. No lo puedo evitar, es casi como respirar. Me sale solo. A cambio, la vida me ofreció otra página en blanco y una profesión que iba de la mano: ser editora de libros.  

En estos años observando, aprendiendo, asimilando… me he dado cuenta de que  solo hay un modo de editar, y ese es editando a diario las 24 horas del día. El arte de editar es comparable al arte de escribir, similar a una resaca después de una noche desenfrenada de alcohol y sexo, al pellizco en el estómago cuando alguien te mira de esa forma… a la sensación de euforia cuando cruzas una línea de meta, a muchas, pero muchas «primeras veces». Editar te lleva a la certidumbre del sí, a la duda de la creencia, a la certeza del no sé. Es esa búsqueda constante que te regala una idea, un primer contacto, una llamada, el inicio de algo que nunca sabes dónde te va a llevar.

No sé si es zen porque nunca supe cómo alcanzar el Nirvana, pero tengo claro que el arte de editar es magia, pasión, pellizco, vicio, un murmullo en el estómago… es enamorarse a diario de todas las cosas asombrosas que te rodean. Pero como en toda Luna de Miel puede ocurrir que después llegue el desamor, las ventas, los números rojos y las «custodias compartidas»… Eso sí, lo que mi futuro autor y yo sentimos cuando empieza el proceso de creación de un libro, eso es un flechazo en toda regla. Y como soy consciente de mi adicción, sé que lo volveré a sentir mañana o esta tarde o ahora, justo en este momento. Lo sé, lo intuyo… 


Isabel Blasco
Periodista y editora con más de 15 años dedicada al sector editorial. Experta en comunicación cultural. En la actualidad es directora de www.arcopress.com, editorial dedicada a la publicación de libros relacionados con la salud, bienestar, deporte...

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