Carlos Vega Faúndez: «De mis obras llama la atención esa mezcla de realismo con toques pop»
El pintor chileno afincado en España ha ganado el III Premio Almuzara de Pintura con la obra “Velázquez@El Prado”, un homenaje a la pinacoteca nacional y a uno de sus pintores más emblemáticos
17/02/2025

La infanta velazqueña le miraba desde hacía tiempo a Carlos Vega Faúndez. Es uno de los cuadros que tiene en su casa. Lo pintó hacia 2019. De vez en cuando se miraban ambos. Hasta que un día se vieron de frente. En ese momento, cuando el pintor supo de la convocatoria de la III edición del Premio Almuzara de Pintura (que acaba de convocar una nueva edición), decidió que debía enviar a la infanta al concurso.

Jamás esperó resultar ganador, «pero me parecía una buena oportunidad para darme un poco más a conocer en España. La verdad es que quería haber pintado algo especial, lo tenía incluso pensado, pero el tiempo se me echó encima y decidí presentar esta obra», cuenta. El cuadro forma parte de una serie que tiene a las bolsas de los museos como protagonistas. Los catálogos se pueden ver, como en Velázquez@El Prado, a través de las bolsas que los contienen. «Participar y haber ganado el premio es una satisfacción. Estoy muy contento. Además, el nivel del resto de cuadros es muy alto, empezando por el accésit, que me encanta».

¿Su técnica fue siempre realista?
Sí, siempre, tirando hacia el hiperrealismo. Yo soy chileno y llegué a España hace ya unos cuantos años con una beca. Han pasado 26 y sigo aquí. Ahora, en Chinchón, donde vivo.

Cada catálogo que pinta, ¿está “basado en hechos reales”?
Cada uno de ellos, y he pintado ya unos cuantos, está tomado de uno real. Siempre lo he procurado, aunque a veces, se me haya colado alguno, como el que pinté a raíz de la muerte de Fernando Botero para una exposición en Colombia. En este que presenté al concurso me fijé en los colores de la paleta de Velázquez para que fueran lo más fieles posible. Yo lo que hago es reproducir un libro, no la obra de un artista. Si puedo ir al museo a comprobar cómo es el color, mucho mejor. Intento ser todo lo fiel que puedo a través de los colores que utilizaba en pintor.

Y aquí, en esta obra, está el cuadro dentro del cuadro.
Así es, está la infanta como portada del catálogo y una bolsa en la que tiene pintada una silueta, que es la de la infanta.

¿Cómo nace la idea de la serie de bodegones-catálogos?
La idea estaba dentro de casa. Yo tengo muchos libros y un montón de catálogos y bolsas. Y se me ocurrió unirlos, jugar con ambos elementos, con la transparencia, jugar con los reflejos y, sobre todo, con el color. Darle ese punto pop que esta obra y la serie tienen.

¿Hasta cuándo? Habrá un momento en que la serie tenga que acabar…
Pues sí. Está a punto. Nació hace ya unos cuantos años tras ver una obra de Van der Hamen en el Museo del Prado y ya voy a poner el punto final. Le estoy dando vueltas a la obra, a cómo será. En esta ocasión será un catálogo inventado, quizá con las palabras “The end” en la portada. Aún lo estoy pensando.

Guillermo Muñoz Vera, uno de los artistas chilenos de referencia internacional, ha sido una figura clave en su carrera.
Yo vine de Chile para estudiar con él. Tenía una escuela en Chinchón y allí depuré mi técnica. Me llamaban la atención los bodegones, esos objetos unos al lado de los otros y al cabo del tiempo encontré mi línea personal, mi camino, la manera de pintar que tengo. Esta serie de catálogos en bolsas no son sino bodegones en los que la figura está ausente. El objeto es el que manda.



Usted ha expuesto por todo el mundo.
Sí, me lo he recorrido. Con esta serie, que empecé hace unos diez o quince años. A la gente le entra por el ojo, le gusta mucho. La he llevado a Estados Unidos, Colombia, ha viajado a Milán y a París y en Madrid también se han visto mis obras. Y recientemente, en Seúl, donde han entusiasmado al público asiático, yo creo que precisamente por esa mezcla de realismo y pop que tienen.

¿Cómo trabaja Carlos Vega Faúndez?
No soy pintor de un cuadro, sino que trabajo con varios al mismo tiempo. Cada uno me lleva un mínimo de tres meses para que salga como yo quiero. Eso son muchas horas de dedicación al día, de encierro voluntario.

¿Se nota la soledad en el estudio?
Más que hablar de que el artista es un ser solitario, yo me identifico más con la idea del ermitaño. Allí, en ese espacio que has conseguido hacer tuyo, es donde se te pasan las horas volando. Yo agradezco estar alejado del bullicio, esa lejanía elegida en Chinchón.

¿Qué referencias hay en sus obras?
Fundamentalmente, autores clásicos, aunque cuando pintaba esta serie empecé también a entender la obra de Rothko. Sorolla me parece un artista supercompleto, fascinante. Lo pinta todo y todo bien: los retratos, los paisajes, la luz, el mar. Él está en lo pequeño y en lo grande. Es un maestro.

¿Le molesta que le digan que sus cuadros parecen fotografías?
La verdad es que no me gusta que me lo digan, aunque lo entiendo. Es algo que sucede con frecuencia entre quienes pintamos realismo. Cuando se mira la obra debe existir esa sensación de realidad, pero siempre que se vea que es una pintura. Cuando alguien me lo ha dicho he pensado: “Todavía tengo que mejorar para que se vea que es una pintura”.




* AlmuzaraLibros ha convocado el IV Premio Almuzara de Pintura, cuyas bases puede consultar aquí.

Gema Pajares
periodista

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