La lectura transforma a las personas y es clave para formar seres humanos íntegros y completos. Si bien es cierto que hay obras cuyo valor es más evidente, también es verdad que incluso en libros modestos, distintos lectores pueden encontrar ideas y emociones valiosas. Andrés Henestrosa, uno de los grandes prosistas mexicanos del siglo XX, lo resumió así: “Si entretiene, si procura momentáneo olvido de los rigores de la vida, todos los libros y todos los autores son iguales”.
En México, el sector editorial enfrenta desafíos importantes, pero también oportunidades para reinventarse. Según datos de la CANIEM, en el último reporte Indicadores del Sector Editorial Privado en México, se registró una disminución del 23% en la producción de ejemplares de 2022 a 2023 y una caída del 22% en el número de libros vendidos. Sin embargo, la facturación total solo se redujo un 6.9%, lo que muestra que todavía hay un mercado dispuesto a invertir en libros.
Uno de los factores que ha impactado al sector es la reducción en la compra y distribución de libros infantiles, juveniles y didácticos, así como de textos de secundaria por parte del Gobierno. Estos materiales eran esenciales para fomentar la lectura entre los más jóvenes, pero su ausencia también ha abierto espacio para que la iniciativa privada y la sociedad civil generen nuevas estrategias para acercar los libros a las nuevas generaciones.
A pesar de estos retos, las cifras nos muestran que la lectura sigue teniendo un peso relevante en varias áreas. Los libros infantiles lideran la facturación, seguidos por textos de secundaria, enseñanza de la lengua inglesa, ficción y desarrollo personal, entre otros. Esto es un reflejo de que las familias, escuelas y lectores aún encuentran en los libros una herramienta indispensable.
Las librerías siguen siendo el canal más importante de comercialización, complementadas por las ventas en escuelas y universidades. Además, aunque el consumo de libros digitales ha disminuido tras su auge en 2020, continúan representando una alternativa para muchos lectores.
Hoy más que nunca, México necesita lectores críticos, que puedan debatir y enriquecer el diálogo social. En un contexto de redes sociales que favorecen la inmediatez y la polarización, la lectura se convierte en una vía para la reflexión y la construcción de ideas.
Las editoriales tenemos el compromiso de ofrecer contenidos diversos y de calidad. Pero también es el momento de que sociedad civil, empresas y gobiernos locales impulsen proyectos que acerquen la lectura a más personas. Además, es urgente abrir más librerías: mientras en la Ciudad de México hay una por cada 24 mil habitantes, en estados como Nuevo León hay solo una por cada 65 mil.
El desafío está claro, pero también la oportunidad: fomentar la lectura puede revitalizar la industria y contribuir a formar una sociedad más crítica, informada y empática. A más lectores, más libros; y a más libros, más espacios de encuentro.
*Foto cortesía de FIL Guadalajara |
Bertha Herrerías
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