Durante los dos últimos siglos la Literatura ha tratado todos los temas que interesan, preocupan, afectan e ilusionan a la Humanidad. Y la Exploración Espacial no iba a ser menos. En los últimos doscientos años se han escrito una enorme cantidad de obras cuyo tema principal es el viaje por el espacio y la exploración e investigación de nuevos mundos, del Sistema Solar y del Universo. Algunas de esas obras dejan volar la imaginación y la fantasía de forma maravillosa hasta límites sorprendentes, pero muchas otras llamadas de ‘ciencia ficción dura’ intentan ser rigurosas, o al menos en parte, con la ciencia y las realidades que nos encontramos en los vuelos espaciales. Aunque abarcar las novelas que se desarrollan en el espacio nos llevaría varios libros completos, se pueden destacar algunas obras literarias que destacan por su visión, rigurosidad, importancia e influencia en otras obras posteriores. Uno de los primeros libros ‘serios’ de viajes espaciales es sin duda De la Tierra a la Luna, publicado en 1865 por el mítico Jules Verne. En esta obra se detalla la construcción de una base de lanzamiento y el envío de una nave espacial hasta la Luna y todas las dificultades que ello acarrea, teniendo en cuenta la época en la que se desarrolla. Entre las ‘visiones’ de este libro destaca la elección de una base de lanzamiento muy cerca del actual Kennedy Space Center en Florida y el cálculo del tiempo y distancias para llegar a nuestro satélite, así como la necesidad de llevar aire, agua y alimentos para todo el viaje. Una curiosa diferencia con los viajes actuales se encuentra en la propia nave, ya que en lugar de un cohete, la cápsula es lanzada al espacio como si fuera una enorme bala impulsada por un gigantesco cañón, que viaja por su propia inercia hasta la Luna. Verne lo desarrolló de esta peculiar manera ya que la creencia imperante de la época indicaba que los cohetes no servirían para nada en el espacio, ya que la propulsión no funcionaría en el vacío. Uno de los pioneros y representantes de la ciencia ficción más dura es el conocido Arthur C. Clarke, entre cuyas numerosas novelas destaca Naufragio en el mar selenita (A Fall of Moondust), en la que nos hablaba de un futuro cercano (o para nosotros, nuestro presente) con una Luna colonizada por la Humanidad, con bases, observatorios y hoteles en nuestro satélite que permiten viajes turísticos para conocer los ‘mares’ selenitas con la cámara colgada al cuello. Aunque el paso de las décadas no tiene piedad y muchas de las suposiciones de la novela no son correctas, en sus obras siempre se trata de forma rigurosa las formas y tiempos necesarios para viajar hasta nuestro mundo vecino, la menor gravedad, las limitaciones tecnológicas y el trabajo en la superficie lunar. La exploración lunar y del resto del Sistema Solar también son tratadas en la tetralogía de obras de la Odisea Espacial (2001, 2010, 2061 y 3001) de Clarke, en la que nos vuelve a mostrar un mundo futurista (nuestro pasado para las dos primeras obras) en el cual los viajes a la Luna son similares a los viajes actuales en avión y donde la Humanidad sigue explorando nuestro Sistema Solar. Estos viajes de larga duración cuentan con motores mucho más eficientes que los actuales, con hipotéticas formas de vida en Júpiter (imaginadas años antes por Carl Sagan) y en Europa, máquinas de Von Neumann y planetas gigantes que pasan a ser estrellas enanas. Y como no puede ser de otra manera, un mundo fundamental en la literatura espacial es el planeta Marte, dada su cercanía, el parecido a nuestro planeta y toda la mística que le ha rodeado durante siglos. Una obra ya clásica de ciencia ficción dura es la Trilogía Marciana (Marte Rojo, Marte Verde y Marte Azul) de Kim Stanley Robinson, publicada en los años 90 del pasado siglo. La trilogía comienza con la historia del primer viaje de colonización al planeta rojo en el año 2026 a bordo de la nave interplanetaria Ares, construida con partes del transbordador espacial y prosigue con el establecimiento de módulos de la primera base marciana, con el objetivo final de convertir Marte en un planeta habitable por humanos. A lo largo de varios siglos, son numerosas las dificultades de las distintas tripulaciones y todo el proceso avanza siempre dentro de los límites de la ciencia que conocemos. Como ejemplo más actual de la ciencia ficción dura, tenemos la colección de novelas The Expanse y que ha sido llevada recientemente a la televisión por SyFy y Amazon en una espectacular serie de 6 temporadas. La obra transcurre en un futuro que tiene lugar dentro de un par de siglos, en el cual la Humanidad ya ha conquistado por completo todo el Sistema Solar. Las distintas facciones humanas poseen numerosas bases y colonias en muchos de los planetas y satélites que se dedican a la minería, la agricultura y la explotación de recursos. Para viajar con mayor celeridad, se habla del desarrollo de un motor llamado ‘Epstein drive’, pero las trayectorias seguidas por las naves, la necesidad de invertir la nave para frenar al llegar a cada destino, las inercias y las fuerzas de gravedad que soportan las tripulaciones, la hacen una de las obras que más cuidado tiene a la hora de tratar estos detalles y las realidades de la física y la biología. Y como novela de ciencia ficción extrema, pero siempre intentando ser lo más ‘realista’ y fiel posible a las posibilidades de la ciencia y tecnología, tenemos la imprescindible obra La Tierra errante del autor chino Liu Cixin. En ella se narra el final de nuestro Sol y el esfuerzo de la Humanidad para construir miles de gigantescos motores en la superficie de nuestro planeta y que convertirán a la propia Tierra en una nave espacial. Esto le permitirá emprender un viaje de escape del Sistema Solar, para evitar su completa destrucción. De esta forma, los humanos que sobrevivan tendrán alguna oportunidad en la cercana estrella Próxima Centauri, en un viaje intergeneracional de varios siglos de duración. Una sorprendente novela en la cual se describe una tecnología humana desarrollada al extremo para viajar por el espacio y posiblemente llevar a cabo la última exploración espacial de la historia. Todas estas obras, han sido y serán fuente de inspiración para soñar en un futuro mejor, donde el avance de la ciencia y el desarrollo de la tecnología estarán al servicio del ser humano con el objetivo de mejorar su vida y existencia, para tener ‘larga vida y prosperidad’ y ‘que la fuerza nos acompañe’. Pedro León es autor del libro Eso no estaba en mi libro de la exploración espacial. |
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