La hermosa trampa
Años más tarde, una vez que me pasé al lado oscuro y me hice editora, el debate se hizo más complicado... ¿Qué papel jugábamos nosotros? ¿Somos los que trenzamos las cuerdas de esta hermosa trampa en la que página a página deseamos volver a caer? ¿Qu
25/09/2017

«Los hijos del Conde Olar heredaron la extraordinaria fuerza física, los ojos grises, el áspero cabello rojinegro y la humillante cortedad de piernas de su padre…»


Así comienza Olvidado rey Gudú de Ana María Matute. Yo ya le había leído Pequeño teatro y Los hijos muertos, y me había enamorado de aquellos «Niños tontos», pero cuando aquella Navidad del 95, cayó en mis manos el voluminoso libro, me pareció que allí se encerraba una Ana María Matute mágica y poderosa. Y aunque no es servidora amiga de lecturas épicas, confieso que empecé a leerlo, más por curiosidad que por otra cosa. Sin embargo, cada página de la novela era una puerta que llevaba a otra en un juego deliciosamente laberíntico. Un juego de besos de cíclopes de la Rayuela de Cortázar donde paradójicamente todo ocupaba su lugar exacto en cada una de las más de ochocientas páginas.
Pocos años después, en aquellos inolvidables cursos de verano de la Universidad Menéndez Pelayo, tuve el honor de charlar con ella, (el corazón en un puño y las palabras medidas para no parecer lo que era, una balbuciente estudiante con ínfulas de escritora) y al contarle lo que me había ocurrido con su novela, me contestó con esa dulzura de mirada aniñada: “Así que te tendí una trampa y caíste en ella”.

Ay... Ana, qué sabia. No podría encontrar mejor definición para la relación autor-lector.

Muchas tardes de tertulia nos ha dado esa frase, querida Ana María, muchas. Debates entre aspirantes a escritores, palabras empapadas de vino que han rozado la madrugada preguntándonos si la literatura era una hermosa trampa en la que nos dejábamos atrapar sin remordimientos ni propósito de enmiendas. Si la literatura era una ingeniería de hermosas mentiras perfectamente enlazadas por los autores y que los lectores, reciben ansiosos por creerlas. Más que ansiosos, podríamos decir necesitados. Libros que acarician la madrugada que sigue siendo un gato encerrado en la pequeña habitación de nuestra soledad.

Años más tarde, una vez que me pasé al lado oscuro y me hice editora, el debate se hizo más complicado... ¿Qué papel jugábamos nosotros? ¿Somos los que trenzamos las cuerdas de esta hermosa trampa en la que página a página deseamos volver a caer? ¿Qué somos los editores, trampeadores consortes, o presas? ¿Editores, lectores, escritores...? Maldita esquizofrenia creadora.

¿Y sabes qué? Yo siempre defendí tu “trampa” como la más honrada de las teorías. Una trampilla que se abre bajo nuestros pies y nos lanza al vacío de las bellas historias, como Lewis Carroll hizo con la pobre Alicia. Sintiendo como caemos por el íntimo hueco de la lectura temiendo y deseando que llegue el final… uuu


Rosa García Perea
Editora de raza, también colabora con diferentes medios de comunicación en el ámbito de la cultura.

La editorial
 
Comunicación
 
Redes sociales
Distribución
 
Envío de originales
 
Tienda
Nuestros sellos editoriales

LID
Parque Logístico de Córdoba
Ctra. Palma del Río, km 4
C/8, Nave L2, módulos 6-7, buzón 3
14005 - Córdoba
(+34) 957 467 081
FAX: (+34) 957 227 819