En los últimos años todos venimos escuchando hablar de liderazgo, de consciencia, de felicidad en el trabajo y de muchos otros conceptos de rabiosa actualidad. Cuando inicié el reto de leer el Mahabharata (1200 páginas) nunca pensé que encontraría un tesoro magnífico: algunas de las claves del liderazgo consciente actual. Este artículo trata de liderazgo consciente concretamente en el Mahabharata. Por ello no voy a entrar en lo que sobre este tema pueden haber dicho grandes sabios de la Humanidad porque distraería nuestra atención y necesitaríamos varios libros para ello. El Mahabharata es una smirti (texto de tradición oral) escrito entre el 300 a. de C. y el 300 d. de C. Es la epopeya más larga de la literatura mundial y su nombre proviene del sánscrito maha (gran) y bharata (humanidad); se suele traducir como «la gran historia del pueblo de la India» y, por extensión, «de toda la humanidad». Muy resumidamente, cuenta la historia de rivalidad entre dos grupos de primos. Los cinco hijos del rey Pandu o pandavas y los cien hijos del hermano de Pandu, los kauravas. Según algunos historiadores se basa en hechos reales sucedidos alrededor del año 3.000 a. de C., aunque otros lo ubican en torno al siglo VI a. de C. Con ese hilo conductor se narran en paralelo multitud de historias, incluyendo dos grandes poemas del hinduismo: la Bhagavad Gita, que es una sruti (texto sagrado) y el Ramayana. Está compuesto por 18 libros y al final hay un capítulo que se llama: «El dharma de un rey» en el que se basa este artículo. Vamos a ver cómo esas líneas escritas hace tanto tiempo son aplicables hoy a nuestro mundo del liderazgo, sobre el que se escribe continuamente, dando la clave para que políticos, líderes empresariales y todos nosotros podamos convertirnos en verdaderos líderes, y no únicamente en jefes. Hablar de liderazgo es importante y, aunque no voy a citar muchos autores que hablen de ello, me gustaría citar la frase que escribió Huang-ti, predecesor de Confucio, hace 2.500 años: «Si una persona llega a ocupar un cargo de autoridad que excede sus virtudes, todos sufrirán». El liderazgo consciente, entre otras cosas, evita que las personas sufran. Volviendo al Mahabharata, podemos leer: «La ciencia más elevada son los deberes de un rey». A partir de ahora voy a usar la palabra líder y no rey, porque creo que sería su equivalente en el momento actual. Veamos, de entre las muchas características que ha de tener un líder -de acuerdo con el Mahabharata- las cinco que podríamos considerar más importantes. 1. Un líder ha de ser un hombre de acción. El destino es poderoso, pero la acción es igualmente poderosa Aquí se reconoce nuestra capacidad para cambiar nuestra historia, el no depender de lo que suceda fuera, ni de un supuesto destino, para poder mantener la mirada fija en aquello en que deseamos convertirnos. Hoy vivimos en un mundo en el que creemos que todo se nos ha de dar de forma inmediata y sin esfuerzo. La frase del Mahabharata que estamos analizando va más allá y, al hablarnos de acción, nos habla de esfuerzo, de no permitir que tamas predomine en nuestra vida. Sabemos que si lo permitimos seremos arrastrados por todo aquello que suceda fuera y nos convertiremos en «víctimas» de nuestra existencia, en lugar de los «protagonistas» de la misma. Esta frase nos anima a tomar las riendas de nuestra propia vida y a no caer en la resignación, que es una forma de resistencia pasiva porque somos víctimas a merced de circunstancias en las que no podemos influir. Podemos pues preguntarnos: «¿Y qué sucederá si no somos personas de acción?». Pues que haremos lo que los demás quieran que hagamos e iremos donde ellos quieran que vayamos. Al hablar de «los demás», hablamos de gobiernos, jefes, parejas, exparejas, hijos, amigos, etc. Si nos dejamos arrastrar por lo que los demás deseen lo vamos a tener muy difícil para ser felices y alcanzar la paz interior porque no se puede complacer a todo el mundo. La siguiente pregunta que viene a nuestra mente es: ¿Por qué nos dejamos arrastrar por la inacción o por lo que los demás deseen? Aquí cada uno debemos responder si la causa es el miedo, la necesidad de ser amados, respetados, admirados, etc. La revisión de estas preguntas nos llevará a comprender que, para ser una persona de acción, antes hemos de resolver muchas incógnitas en nuestro interior y descubrir la razón por la que actuamos de la forma que lo hacemos. Después de respondernos a esas preguntas podremos trazar un plan para actuar como nos gustaría, si podemos llegar a ser libres de hacerlo, sin caer en la impotencia (no puedo) ni en la desesperanza (jamás lo conseguiré). 2. Un líder ha de amar la verdad y obrar en consecuencia Esta frase es preciosa y podemos fijarnos en que no sólo dice que el líder no miente, sino que ama la verdad. Unas páginas más adelante del Mahabharata encontramos: «La verdad es el deber de todo ser humano y tiene doce aspectos: imparcialidad, autocontrol, compasión, modestia, constancia, espontaneidad, renunciación, contemplación, dignidad, fortaleza, benevolencia y ausencia de injurias». La verdad es algo que parece no tener valor en nuestro siglo XXI porque se miente con una facilidad sorprendente y a veces sin consecuencias visibles. Continuando con nuestra reflexión, nos preguntamos: ¿Y qué sucede si un líder miente? Que pierde la confianza de aquellos que lo rodean. Y, como sabemos, algo fundamental para que cualquier organización, institución o grupo organizado funcione bien es la confianza en el líder. La siguiente pregunta que podemos plantearnos es: «¿Por qué miente un líder?». La respuesta es compleja: por miedo, por querer lograr algo que de otra forma no alcanzaría, porque él/ella no es «en verdad» lo que dice ser, etc. La respuesta que englobaría a todas las respuestas podría ser, en mi opinión, porque su nivel de consciencia no es aún lo suficientemente alto y en su nivel de consciencia no comprende que mentir es un error (no pecado, que en su etimología significa error en la mira) que suele traer graves consecuencias, no solo para quien miente, sino para todos. 3. Un líder ha de tener autodominio para tener éxito y debe saber cómo controlarse a sí mismo El Mahabharata considera que el más alto deber de un líder es el autodominio porque de ahí surgen muchas buenas cualidades como la compasión, la paciencia, la ausencia de críticas e injurias, la imparcialidad, la ausencia de ira, la dulzura al hablar, etc. Podríamos estar horas hablando de las excelentes cualidades mencionadas que son consecuencia del autodominio. La idea que refleja esta frase, y que encontramos también en Sócrates y en Nelson Mandela, es muy clara: nadie puede liderar a los demás si no se ha conquistado primero a sí mismo. Lo impresionante es que, a pesar de que nuestra sociedad evoluciona a gran velocidad y que cada vez logramos mayores logros científicos y tecnológicos, nuestros líderes políticos, sociales y empresariales quizás no van a la velocidad necesaria «para que todos los demás no sufran» como decía Huang-ti. 4. Un líder promueve la felicidad de aquellos que le rodean La frase concreta es: «El papel principal de un rey es asegurar la felicidad de su pueblo». No necesitamos ir a la Constitución de Estados Unidos (1787) para hallar la palabra felicidad relacionada con la política, ya la encontramos en el Mahabharata, que continúa diciendo que para promover la felicidad: «El rey debe rodearse de personas que sean iguales a él en naturaleza y nobles virtudes. La única diferencia que habrá entre el rey y sus oficiales debe ser la sombrilla blanca que le cubre». ¿Cómo podríamos interpretar esta frase hoy? Para tener unos líderes (gobernantes, directores de empresas, etc.) que actúen de esta forma han de haber alcanzado el dominio de su propio ego y han de tener la autoestima en su justo medio. Un líder no necesita que le alaben para encontrarse bien porque ha realizado un trabajo interior lo suficientemente grande como para estar por encima de necesidades del ego: ser halagado, respetado, encumbrado; tener el control, etc.) que únicamente traen pésimas consecuencias para los demás. 5. Un líder es justo y busca el bien de los otros, ganando de esa forma su propio bien El Mahabharata no define lo que es la justicia, sino que cuenta -en unas preciosas frases- cómo la justicia desaparece del corazón del ser humano: «Cuando los corazones de los hombres son invadidos por el error, la mente comienza a oscurecerse y el sentido de lo justo y lo injusto comienza a desvanecerse». Y sigue contándonos el Mahabharata que tras entrar el error en el corazón entran la codicia, la lujuria y después la ira. Y así desaparece la justicia del corazón humano. La frase: «La fortaleza de los cimientos de un Estado radica en la recta administración de la justicia» tiene absoluta vigencia en nuestro mundo actual, dado que todos sabemos que la impunidad destruye el Estado de Derecho. El buscar el bien de los demás suele tener como consecuencia el bien propio. Esto es algo de lo que nuestra sociedad adolece porque casi todos nos colocamos primero. Nos podríamos ahora preguntar el porqué. Y la respuesta podría ser que lo hacemos por miedo. Cuando el ser humano está lleno, cuando se siente completo y sin necesitar confirmación continua del exterior de su valía, cuando está en su justo medio, cuando conoce su misión y cuando tiene puesta su mente y su corazón en conseguir su unión con el Absoluto… no tiene miedo… ¡o tiene menos! Una vez comprendido todo lo anterior con respecto a líderes de gobiernos y de empresas, podemos preguntarnos cómo ser líderes de nosotros mismos, cómo llevar todo esto a la vida diaria, porque ya lo decía Nelson Mandela: «Es imposible liderar a otros si no has aprendido a liderarte a ti mismo». Por ello, y revisando los puntos anteriores, antes de liderar a otros hemos de convertirnos en personas de acción (Punto 1), que reflexionen sobre el camino que quieren tomar en su vida y lo sigamos; hemos de contemplar si nuestra vida está dirigida por las necesidades del ego: necesidad de control sobre todo lo que sucede, necesidad de tener seguridad en nuestra vida, necesidad de ser aceptados, respetados, admirados, amados, etc. Hemos de analizar si esas necesidades del ego dirigen nuestra vida y en qué porcentaje la dirigen para poder trazar un plan de conquista de nosotros mismos y poder dirigir nuestra acción diaria en la mejor dirección. Con respecto la verdad (Punto 2) y siguiendo el consejo de Sócrates: «Conócete a ti mismo», está claro que es importante saber si mentimos y el porqué. Una vez analizadas las ocasiones en las que hemos mentido y averiguado el porqué podremos comprender cuál es la necesidad que subyace en cada mentira; una de las necesidades del ego subyace bajo cada mentira: necesidad del control de lo que nos rodea, necesidad de sentirnos seguros o necesidad de ser aceptados, admirados, amados o respetados. El decir la verdad, como leíamos en el Punto 2, tiene grandes ventajas y fomenta grandes virtudes, por ejemplo, la imparcialidad, el autocontrol, la fortaleza, etc. Crear una sociedad en la que la mentira no tenga cabida está al alcance de todos nosotros en cada una de nuestra acciones, palabras y pensamientos y el beneficio sería inmenso tanto para nosotros como para las futuras generaciones. El conquistar el autodominio (Punto 3) es algo importante para todos nosotros en nuestra vida diaria. Es bueno para nosotros y para todos los que conviven o se relacionan con nosotros. Una persona que no sea dueña de sí es un peligro, para ella misma y para los demás. Es por ello necesario un análisis de nuestro comportamiento diario contemplando algunas de las grandes ventajas que conllevaría ese autodominio: la compasión, la paciencia, la ausencia de críticas e injurias, la imparcialidad, la ausencia de ira, la dulzura al hablar, etc. Y ¿cómo sería una sociedad presidia por la paciencia, por la ausencia de críticas e injurias, por la ausencia de ira, etc.? Creo que todos podemos imaginar el tipo de mundo que podríamos ir construyendo al aplicar esto a nuestra vida diaria. El promover la felicidad a nuestro alrededor (Punto 4) es algo que todos y cada uno podemos hacer cada día: una sonrisa a un desconocido por la calle, una palabra amable a alguien que está enfadado, un silencio ante una palabra no adecuada hacia nosotros, un favor, etc. son pequeños actos que podemos instalar en nuestro día a día. Tan sólo hemos de decidir y elegir hacerlo, y después ver los resultados, sin apegarnos a ellos. El buscar el bien de los otros y la justicia (Punto 5) es algo que también podemos aplicar en nuestra vida diaria. Por ejemplo, el enseñar a los niños que la justicia es un valor y que ha de ser respetado es algo que podemos practicar a diario. La justicia podemos aplicarla también con nuestros colaboradores y/o nuestra pareja en el día a día. El resultado, aunque no lo busquemos, será que las personas cuando traten con nosotros sabrán que respetamos profundamente la justicia y el bien de los otros y ni se acercarán para proponernos actuaciones que vayan en contra de esos valores. Y persona a persona, día a día, acción a acción (guiadas por nuestro pensamiento) podremos ir creando ese mundo mejor que todos anhelamos. Felicidad Cristóbal es autora de El pequeño gran libro de la felicidad |
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