Ana Frank escribió «las personas libres jamás podrán concebir lo que los libros significan para quienes vivimos encerrados». Por desgracia, en muchas ocasiones, no valoramos aquello que tenemos hasta que lo perdemos. Por desgracia, hay muchas personas que no se dan cuenta de que los libros son la verdadera entrada a otros mundos. Mundos que enriquecen nuestro ser y el de aquellos que nos rodean con conocimiento, aventura, perspectiva, emociones… Los libros son uno de los verdaderos pilares sobre los que se asienta nuestra civilización. Durante siglos han transmitido lo que cada generación ha aprendido a las personas que han llegado después. Nadie podría subirse «a hombros de gigantes» sin los libros. Pero su valor va mucho más allá que la mera transmisión de información. Los libros son un legado vivo, nos abren puertas, nos hacen volar y ver más allá de las estrellas. Una tecnología que ha perdurado casi sin cambios durante siglos y que nos acompañará siempre pues está enraizada en todas nuestras culturas. Si perdemos los libros perdemos en parte nuestra humanidad. Por eso es importante que sepamos transmitir a hijos, hermanos o padres, amigos o compañeros, ese amor por los libros y la lectura. Por eso he querido recorrer en unas pocas palabras mi visión de diferentes ámbitos relacionados con el fomento de la lectura y el mundo del libro. La infancia, la escuela, aprender a leer bien Durante la infancia es mayúscula la importancia de la lectura. Es un momento en el que la plasticidad del cerebro es muy grande y en el que la necesidad de información (y formación) es notoria. Por ese motivo es importante que los niños y niñas, desde pequeños, aprendan a leer bien y que sea para ellos una costumbre habitual. Para ello, es labor de la familia (antes que del colegio) despertar con nuestro ejemplo el gusto por la lectura. Esto puede hacerse desde muy temprano y siempre con el ritmo que marque cada niño o niña. Como escribe Fernando Alberca en su libro Pequeños grandes lectores «Cuando un hijo dice por primera vez “mamá”, nadie le dice: “No, todavía no hables, espera a la escuela”». Existen diversos métodos para enseñar las habilidades lectoras del niño, pero lo más importante es que perciba desde pequeño que es una costumbre habitual en su entorno y que es una actividad agradable y, nunca, una imposición. La importancia de la lectura en todos los ámbitos La lectura nos aporta mucho más que conocimiento. Es una actividad emocionante y estimulante. Ensancha nuestra cultura en el sentido más amplio de la palabra. Es decir, nos permite desarrollar nuestro juicio crítico y por lo tanto nos hace menos permeables a engaños externos. Nos dota de las herramientas necesarias para fortalecer nuestro pensamiento crítico. También está relacionada con un mejor desarrollo de nuestra inteligencia. Nos ayuda a crear mejores conexiones con el mundo que nos rodea. Nuevos patrones de pensamiento. Mejora sensiblemente la potencia de nuestra imaginación (y por lo tanto nuestra creatividad). Nos hace más empáticos al activar nuestras neuronas espejo para ponernos en el lugar de los protagonistas de las historias que leemos. Nos ayuda a conocer otras culturas y a ser más tolerantes. Además, es una forma sana de evadirnos cuando por estrés o diferentes motivos podemos necesitarlo. Mejora nuestra capacidad de concentración. Nos aporta entretenimiento y descanso de nuestro día a día. Devolver el prestigio a la lectura No es agradable comprobar que algunas personas no sienten como algo malo, incluso en ocasiones parece motivo de orgullo, el hecho de no leer nunca. Socialmente, la lectura no parece ya, en algunos ámbitos, algo positivo o una ventaja sino que se entiende como una opción más de ocio. Pero esto es algo que se aleja mucho de la realidad. La lectura es necesaria para el desarrollo personal por lo que es nuestro deber transmitir la idea de su importancia en cualquier ámbito. Son importantes manifestaciones como las del rapero cordobés Frathos, que en una entrevista resaltaba que tener orígenes humildes (y estar orgulloso de ellos) no le impidió buscar en la lectura un medio para su crecimiento personal, emocional y cultural. El confinamiento como impulsor de la lectura La pandemia provocada por el COVID-19 fue demoledora, uno de los peores episodios de los últimos tiempos (uno más de lo que nos está tocando vivir). Dejando claro que ojalá nunca hubiera ocurrido, el confinamiento posterior trajo consigo un efecto secundario positivo: aumentó sensiblemente el número de lectores habituales. Muchas personas, ante la falta de otros tipos de diversión, comenzaron o volvieron a leer libros, descubriendo con ello una actividad gozosa que, al menos de momento, parece haber venido para quedarse. Tras el confinamiento fuimos recuperando poco a poco el resto de opciones que habíamos perdido, pero aún así el aumento de lectores se ha consolidado y según datos del Ministerio el 64,4% de la población española tiene la lectura como una actividad habitual de ocio (junto con otras muchas, por supuesto). El porcentaje de lectores frecuentes ha subido desde un 47,2% en 2012 hasta un 52,7 en 2021. Al mismo tiempo, la cifra de no lectores cae desde un 40,9% en 2012 hasta un 35,6% el año pasado. Aunque los datos son positivos, vemos que un porcentaje muy importante de la población todavía se declara no lector, por lo que debemos realizar todos los esfuerzos posibles que sirvan para aumentar el atractivo de la lectura y la concienciación de sus beneficios a toda la población. Un libro lleva a otro libro Los amantes de la lectura tenemos la responsabilidad de transmitir nuestra pasión a las personas que nos rodean. Además de eso, es de gran importancia la diversidad. A lo largo de la historia de la humanidad se han publicado, según cálculos de Google en 2010, casi 130 millones de títulos distintos. La variedad de temáticas, idiomas o formatos, de tono o de complejidad, hace que todos podamos encontrar libros que nos aporten, que enriquezcan nuestra vida, que nos diviertan... Tan solo es necesario probar sin descanso. Otro de los aspectos que demuestran la diversidad de posibilidades lectoras la encontramos en la variedad de géneros, que los editores englobamos en dos grandes grupos, ficción y no-ficción. Pero que se dividen a su vez en ensayo, manual, divulgación, biografía, novela, poesía, teatro… Personalmente, creo que no es obligatorio terminar un libro que no nos gusta. Es cierto que hay que darle un cierto margen para saber si realmente nos engancha, pero si llegados a cierto punto nos está costando mucho continuar, creo no debemos tener reparos en cerrar ese libro y comenzar otro. También hay muchos libros que tienen «su momento» y, alguno de esos que dejamos atrás, pueden volver a ser retomados más adelante. La importancia de la edición Es muy relevante la responsabilidad de las editoriales a la hora de elegir bien los libros que publican y que compondrán su catálogo. Además, y aunque parezca una obviedad, también deben tener mucho cuidado en las ediciones para que los niveles de corrección, estética y facilidad de lectura, entre otros, faciliten el disfrute de la experiencia de la lectura. Para conseguirlo, se deben seguir procesos de producción editorial concretos y trabajar con buenos profesionales (traductores, correctores, maquetadores…). Además, es importante tener conocimientos de diseño editorial, tipografías, composición de textos… También al diseño de la cubierta se le debe dar gran importancia, pues es en muchos casos la que conseguirá atraer al lector ante la variedad de posibilidades, y no solo tiene relación con el diseño de portada sino con la composición de los textos de contraportada e incluso el propio título del libro. Por último se deben tener en cuenta el tipo de impresión y los materiales de producción del libro. Nuevos formatos y su influencia en el fomento de la lectura El libro electrónico y el audiolibro son los dos ejemplos más destacados de nuevos formatos. Es cierto que el audiolibro tiene algo más de historia pero su explosión está sucediendo ahora. Desde hace mucho tiempo se mantiene (cada vez con menos fuerza) la máxima de que los nuevos formatos vienen a sustituir al libro en papel. Al menos por mi experiencia como responsable de desarrollo digital en AlmuzaraLibros desde hace más de 10 años, nada más lejos de la realidad. Es cierto que estos formatos tienen puntos de intersección con el libro tradicional y hay lectores que dejan ocasional o habitualmente el papel para escuchar un libro o leer en tinta electrónica. Pero en realidad lo que están consiguiendo es que el contenido del libro (acaso lo más importante) llegue a mucha más gente de la que lo haría antes. Y así como el libro de bolsillo suele ser comprado por personas que no comprarían esos títulos en edición normal, el electrónico o el audiolibro no suponen una bajada en el consumo de libros impresos. En cuanto a porcentajes de penetración de estas actividades, en torno al 30% de la población afirma leer libros electrónicos y el porcentaje de personas que escuchan audiolibros, aunque pequeño todavía (en torno a un 6%), tiene unos fuertes niveles de crecimiento. Como añadido, en muchas ocasiones, y esto los editores lo sabemos bien, las series o películas basadas en obras literarias también son una excelente fuente de nuevos lectores, que se acercan a la obra de la que han disfrutado en la pequeña o la gran pantalla y que, muchas veces, suponen su enganche (o reenganche) con la lectura. La importancia de las librerías Son, junto con las bibliotecas, los templos del libro. En ellas podemos percibir su magia, contemplar todo un catálogo de posibilidades. La librería es un centro cultural vertebrador de la comunidad. Como dice mi gran amigo Javier Luque, librero de raza, la librería «hace barrio, hace ciudad». Además, no hay mejor prescriptor de libros que un bibliotecario amante de la literatura o un buen librero con oficio, que a su propia experiencia lectora, suma la opinión que le trasladan innumerables clientes lectores y que, además, está obligado a estar permanentemente actualizado. Los clubes de lectura Son una herramienta excelente que, no solo enriquece socialmente el hecho lector sino que nos ayuda a marcar ritmos, a contrastar posturas o percepciones. Hacen más agradable en muchos casos terminar un libro por el debate que generará posteriormente y nos ayuda a comprender que, como cualquier obra artística, el libro tiene una parte que aporta el autor pero otra, muy importante, que completa el propio lector con su experiencia personal y las circunstancias que le rodean en ese momento. Entre otros beneficios adicionales de los clubes de lectura están el conseguir que leamos libros que quizá nunca hubiéramos elegido pero que al darles la oportunidad nos sorprenden y enriquecen o perder el miedo a dar opiniones en público. Como último extra, en ocasiones, son un genial punto de encuentro entre los lectores y el autor. |
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