¿Sabías que el mismísimo rey Alfonso XIII se vio sorprendido por Diaghilev, impulsor de los Ballets Rusos, cuando éste se atrevió a decirle que ambos eran iguales porque no hacían nada? ¿O que Marius Petipa tuvo que salir huyendo de España para no volver jamás? ¿O que el bailarín Rudolf Nureyev aprovechó una gira por París para desertar de la Unión Soviética, puesto que, si regresaba a Rusia, jamás podría volver a salir del país? ¿Quedó contento Tchaikovsky con la partitura de «El lago de los cisnes»? ¿Influyeron las continuas infidelidades del marido de la bailarina Margot Fonteyn con el hecho de que ella no se bajara de los escenarios hasta los sesenta años? ¿Qué relación guarda Picasso con el «ballet»? ¿Cómo acabó un bailaor de flamenco autodidacta enrolado en los Ballets Rusos y encerrado de por vida en un manicomio británico?
La danza nació en las cortes reales, pero el «ballet» eclosionó en pleno Romanticismo. Los espectros de unas monjas tuvieron parte de culpa, pero las zapatillas de punta, el color blanco y el tul vaporoso de los vestidos hicieron el resto. Mientras las bailarinas enseñaban más de lo permitido, hombres y mujeres acudían en tropel a ver aquel espectáculo inédito en una época en la que mostrar un tobillo podía ser delito. El morbo estaba servido. Sólo las élites llenaban los teatros, pero todas las jóvenes querían ser bailarinas. Y sus familias mataban por conseguir un puesto para ellas en las escuelas públicas. Y llegaron los Taglioni, los Petipa, Tchaikovsky, Minkus, la Fonteyn, la Pavlova, Nureyev y Diaghilev. Y lo revolucionaron todo. Y con ello, hicieron historia dentro de la historia. Detalles, anécdotas y aventuras que provocaron que el «ballet» clásico sea lo que hoy es. «El lago de los cisnes», «El cascanueces», «La bayadera», «El corsario», «Giselle», «La sílfide», «Paquita»… son títulos que en estos tiempos siguen colgando el cartel de «No hay billetes» en los mejores escenarios del mundo. Las suyas son historias que guardan incontables vivencias que merecen ser contadas.
La historia del «ballet» se escribió en paralelo a la historia universal, viéndose influida por todo aquello que ocurría en el mundo. Estas páginas plantean un viaje insólito por los caminos difíciles, duros y enigmáticos, pero bellos, emocionantes y expresivos, del «ballet» clásico. ¿Bailamos?
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