Teoría del tapatío

Si como se consigna en este libro, los tapatíos (naturales de Guadalajara, México) no son lo que parecen ser ni tampoco lo que creen ser, ¿entonces qué son? La respuesta, dada aquí mismo, es que muchas y contradictorias cosas a la vez: un tipo peculiar de mexicanos de personalidad doble y aun múltiple; personas que aborrecen la presunción, aun cuando en el fondo los tapatíos sean también vanidosos y en un alto grado; hombres y mujeres a los que les gusta alardear, aunque suelan hacerlo a la inversa, pecando de modestos; orgullosos de los logros de sus antepasados, aun cuando en la brega cotidiana no se esfuercen demasiado ya no por acrecentar las grandezas forjadas por sus predecesores, sino para no desentonar con lo hecho por los tapatíos de antaño. El título mismo del libro alude a esas contradicciones y a la vanidad que se suele presentar como modestia. A lo largo del tiempo, el imaginario popular de México ha colocado sobre la capital de Jalisco un racimo de famas, algunas de ellas ciertamente elogiosas y otras inspiradas por la insidia, pero de las cuales pocas se corresponden con la realidad y hacen justicia a los tapatíos: Guadalajara, tierra de dotados hombres y mujeres de artes, letras e ideas; de los símbolos típicos de la mexicanidad; de la más densa y estólida mochería (conservadurismo político, moral y religioso); de negociantes demasiado calculadores; semillero de grandes futbolistas; sucursal mexicana de Sodoma, etcétera. En esta suerte de teoría del tapatío se documenta también cómo el natural de Guadalajara es telúrico hasta extremos patológicos, pues son legión los convencidos de que su ciudad es, sin ninguna duda, el lugar más agraciado de la Vía Láctea.