Es probable que, debido a mi formación inicial como arquitecta tenga asociado que todo punto de partida debe ser necesariamente una idea contundente. De hecho, la primera pregunta que como estudiantes de arquitectura debemos responder cuando estamos sentados frente a un docente para corregir un proyecto es: ¿cuál es tu idea? Se podrán imaginar que este primer libro no ha sido para mí la excepción a esta regla. Recuerdo perfectamente el momento en el cual se dibujaron en mi mente la dos palabras que le dan nombre a esta obra: vida vidriera (así fue originalmente, ya que en Argentina donde vivo, vidriera es sinónimo de escaparate). En ese mismo instante tuve la certeza de que se trataba de una idea fuerte, capaz de soportar el desarrollo de un libro. Inmediatamente al concepto de Vida escaparate surgió en mí el interrogante: ¿Vivir para ser vistos o ser vistos para vivir? Como menciono en el libro refiriéndome a mi profesión de base: «Me gusta describirnos como personas capaces de hacernos muchas preguntas. Sin duda, algunos arquitectos podemos ser grandes pensadores y de ahí nuestra gran conexión con la filosofía. Por momentos, ambas disciplinas se entremezclan, ya que el ser dueños de un pensamiento y de una idea nos hace necesariamente portadores de una filosofía». Sinceramente no estaba en mis planes escribir un libro, podríamos decir que en ese sentido, el libro me encontró a mí. Si bien investigar y escribir eran tareas conocidas, debido a que durante años me he dedicado a ello en el ámbito académico, jamás hubiera imaginado hacerlo con un lenguaje coloquial y sobre un tema tan actual. Por tal motivo, me gusta pensar que quizás fue el espíritu de Vida escaparate el que encontró en mí a la persona capaz de poner en palabras estas nuevas ideas y conceptos de una manera accesible y amena para que pueda ser comunicada y trasmitida al público en general. Creo que fue la conjunción de dos situaciones lo que hizo posible que este ensayo sea escrito: por un lado, haciendo honor a una máxima oriental que postula que toda crisis trae consigo una oportunidad, hace 4 años me tocó vivir una situación familiar que requirió que estuviera muchas más horas de lo habitual en mi casa, lo que me dio el tiempo necesario para empezar a escribir. Por otro lado, conforme organizaba en mi cabeza el alud de ideas que venían hacia mí, me di cuenta de que concretar esta obra supondría una revisión por toda mi carrera académica y profesional, al mismo tiempo que implicaría hacer una síntesis de varios conocimientos diversos aprendidos. Y debo reconocer que el resultado ha sido una grata sorpresa, ya que pude darme cuenta de que muchos de los temas sobre los que había indagado a lo largo de mi vida parecían estar hilvanados por un hilo invisible y que Vida escaparate sería el encargado de coserlos. Tal vez el tema del que me ocupo en esta obra tenga su origen en la ciudad en la que nací: La Plata (una ciudad en Argentina ubicada a unos 60 km. de la capital del país). Allí, desde pequeña tuve la sensación de que mucha gente buscaba aparentar con el solo objetivo de colmar la necesidad de ser visto y poder estar en la «vidriera platense». Con el tiempo fui observando que en la mayoría de los habitantes de las distintas sociedades la necesidad de exhibirse como productos en venta dentro de escaparates fue creciendo y con la llegada de internet y las redes sociales las pantallas se poblaron de «mirados» y mirones. Tal es así, que el deseo de ser vistos se fue expandiendo hacia otros espacios como las casas escaparates, casas absolutamente vidriadas que exponen a sus habitantes como si fueran maniquíes luciendo prendas de última moda. Me pareció lógico y oportuno hacer una revisión crítica sobre este tema, en un mundo en el cual le dedicamos tantas horas a las redes sociales. En este ensayo intento abordar con una mirada lúcida, varios de los temas que conllevan la confusión de gran cantidad de usuarios, con la intención de iluminar ciertos vicios ocultos que implican el uso indiscriminado de las redes. Si bien éstas me parecen muy interesantes, creo que son aguas dignas de navegar con un salvavidas a mano como para no correr el riesgo de ahogarse en ellas. Un punto delicado que se desprende de la exposición desmedida que estos espacios propician tiene que ver con la preservación de la identidad, y el tiempo de permanencia en ellas, dado que resultan adictivas sobre todo para los menores que no son capaces de gestionar estas cuestiones por sí solos. Tampoco debemos perder de vista que toda la información sensible que entregamos allí carece de los cuidados apropiados que necesita para que cada uno de nosotros se encuentre a salvo. Otro aspecto no menor a destacar es el riesgo que supone tomar como verdades las opiniones que circulan en la red que en general, lejos de ser críticas bien fundamentadas, son «opiniones condimentadas» no respaldadas por pensamiento crítico alguno. Como se podrán dar cuenta al leer mi libro, me caracterizo por construir una visión crítica de la realidad, por lo tanto frente al surgimiento de la virtualidad nunca he sido de las que se conforman con una simple explicación o incluso obedecen sin dudar. Podría decir que más bien me ha sucedido lo contrario, dado que me ha llevado a hacerme gran cantidad de preguntas, para luego investigar y profundizar sobre cada una de ellas. De hecho, cada día me convenzo más de que solo puede elegir quien conoce. Me siento con la necesidad de aclarar que mi intención al escribir este libro ha sido la de sembrar en todo aquel que lo lea la semilla de la reflexión, ya que se trata de un conjunto de textos que invitan a mirar hacia adentro con calma, para repensar algunos de nuestros hábitos y reacciones. Desde ya, no es mi objetivo imponer verdades absolutas, sino incentivar a que en cada uno de ustedes despierten nuevas formas de pensar que se conviertan en la materia prima de nuevos pensamientos y actitudes. Julia Lescano es autora de Vida escaparate. |
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