El Príncipe de las Coquinas

Una reflexión sobre lo que somos, una lanza a favor de la consciencia y contra la enajenación, una historia de íntima soledad escondida bajo la arena de las dunas.

Situada en las marismas de Doñana, El Príncipe de las Coquinas es la
experiencia de un hombre que vive sus últimos días, de transición a
otra realidad, en una conversación consigo mismo, sus fantasmas y sus
sueños. Demasiado longevo, mucho tiempo saludable, no deja de ser lo
que ya es por edad, un hombre terminal. Su cuerpo probablemente esté
postrado, lo mismo que su alma. Su mente, en continuo movimiento,
todavía nos parecerá lúcida. Entre esa lucidez tozuda y el anuncio de
un posible delirio, propiciado más bien por los efectos de la inanición
que él mismo se provoca, se rodea de voces que no existen, pero que le
acompañan, entre ellas las de unos niños que le demandan sus cuentos
de viejo, «sus historias de muertos». Aunque la única compañía real de
la que dispone puede ser la de una asistente, un médico ocasional o la
del técnico del seguro contratado, que parece haber venido a adaptarle
la bañera.
—¿Y por qué no come el viejo? —preguntó el técnico.
—No quiere. Se puso en huelga de hambre.
—¿Comer? ¿Y por qué tendría que comer? ¡Si no tenía apetito! pensaba el abuelo.
Max Arel Rafael, La maldición de los hombres Malboro (Ed. Dalya,
2018), cuyos textos sirvieron para el premiado espectáculo homónimo
estrenado en el Festival Internacional de Danza de Itálica en 2017, con
El Príncipe de las Coquinas ofrece su tributo personal a un territorio
para él muy querido, Doñana, un espacio transitorio, el resultado de una
sedimentación, una desembocadura y un encuentro. Como seguramente ha ocurrido con la vida del viejo protagonista de esta historia.

Max Arel Rafael
MAX AREL RAFAEL (Madrid, 1962). De familia oriunda de Pilas (Sevilla), su primer año de vida lo cumple en una choza de juncos, en Matalascañas (Huelva), entonces un enclave costero sin urbanizar. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, ha desarrollado una trayectoria en comunicación y marketing de más de treinta años en distintas empresas, entre ellas TVE, el líder tecnológico NCR/AT&T o Albentius Comunicación, fundada por él mismo en 2011 y que decide dejar en un segundo plano una década más tarde para dar un giro a su vida. Militante en el partido de los perplejos, recupera para sí en esta nueva etapa un oficio, que en su caso ha sido siempre tan genuino como residual: escribir, trabajar con las palabras, ese extraño artificio humano que, como todos, aprendió de niño y que le permite apresar sentimientos o incluso atreverse a construirlos. En 2018, publica La maldición de los hombres Malboro, (Ed. Dalya), su debut. Sus textos íntimos y descarnados, un grito sobre la masculinidad no exento de ironía, servirían al espectáculo homónimo de danza-teatro creado por Isabel Vázquez. Ahora, con El Príncipe de las Coquinas, una historia de aires libres concebida en el espacio de Doñana, ofrece la que hasta el momento puede ser, en palabras de su autor, «su apuesta literaria construida de un modo más sólido, a pesar de estar escrita sobre la arena móvil de una duna».