Pensamientos e historias para reír, pensar y compartir.
El libro precedente de Leenenka Kinam lo tituló Uratuhu, un pequeño resumen de 700 páginas donde corren sus primeros 30 años de existencia con el torrente de vivencias que le regaló la vida. Su lectura puede herir ciertas susceptibilidades y creencias monolíticas infundadas. Como ejemplo esta muestra: «No creas todo lo que ves. Lo que llaman progreso fue construido por los esclavos». Este segundo, Solyndia, es un expuesto conciso de
su pensamiento con 1140 entradas, donde se suceden juegos de palabras y lenguaje, pensamientos e ideas, además de historias cortitas para reír, pensar, entretenerse y calibrar la existencia como un rompecabezas donde se conjugan toda clase de emociones, sorpresas, incomprensiones, ideas que nos asaltan y momentos que nos regalan lucidez y energía. La presente obra puede servir de compañía en cada momento que se disponga de unos
minutos, ahora que el tiempo se ha encogido tanto por la variedad de despistes, y la concentración está parcheada de remiendos e interrupciones. Solyndia se puede leer a cuentagotas, saltando las páginas, de atrás hacia adelante o abriendo una página al azar. Su autor ha seguido un orden alfabético por facilidad de escritura, lectura o memorización, no porque exista un principio y un final.
Concebido a la orilla de un riachuelo bajando entre alboroto de aguas claras en 1945 y venido al mundo en la primavera de 1946 en circunstancias fuera de lo habitual, pronto tuve conciencia que mi vida no seguía los cauces de la «normalidad» que me rodeaba. De internado en internado desde mi infancia, cursé el bachiller y parte de los estudios de filosofía en Perú, en un convento de religiosos, abandonándolos cuando la mayoría de edad sonó a la puerta. Desde entonces he viajado y trabajado en muchos países de Asia, América y Europa ejerciendo toda clase de empleos; desde secretario de millonario hasta empresario, desde lavaplatos hasta peón de construcción, desde artista a profesor. Hablo y escribo el alemán, francés, inglés y castellano y me defiendo con el italiano. Tuve la suerte inmensa de tener un profesor en mi juventud que durante tres años me hizo trabajar duramente el arte de las letras. Entusiasta de la observación, la botánica, la naturaleza en su complejidad y la lectura, me apasiona la historia y la narrativa. Durante mi polifacética vida siempre encontré tiempo para aislarme y seguir cultivándome, sin olvidar mantenerme en forma a través del deporte, el ajedrez y una alimentación sana. A partir de los 73 años he conseguido un respiro
laboral que me permite dedicarme a lo que siempre tuve en mente y amé: escribir. Mis ideas están basadas en mi experiencia existencial, procurando en todo momento interpretar la vida sin doble
lente y con coraje, no dejándome atrapar por hipocresías, mentiras, propaganda, modas, opinión única, y otros postizos masificadores que pudren el crecer. Desde hace 29 años vivo en Alemania.
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