Todavía recuerdo, casi como si fuera ayer, mi primera asistencia al Encuentro Internacional de Distribuidores Digitales el 8 de junio de 2017. Un nutrido grupo de profesionales del sector editorial de diferentes nacionalidades nos reunimos en «Matadero Madrid» para compartir información acerca del mercado y las tendencias digitales del momento. A las 12:30 tuvo lugar una mesa redonda para comentar las principales experiencias internacionales en servicios de impresión bajo demanda que me impactó profundamente, tanto como para reflejarlo en estas líneas. Participaron Ruth Jones (Ingram, EE.UU.), Pilar Molina (Podiprint, España), Jens Klingelhofer (Bookwire, Alemania) y Antonio Tombolini (StreetLib, Italia), y sus exposiciones fueron claras e irrefutables: el «nuevo» modelo de negocio de la impresión bajo demanda ya estaba en marcha, avanzaba viento en popa y a toda vela y había llegado para quedarse. Los números de facturación real por países y las proyecciones de distintos escenarios de desarrollo de negocio no dejaban lugar a dudas, aunque yo apenas lo pudiera creer. La tecnología, por fin, parecía que podía solucionar el gran problema existente en la distribución del libro en papel del sector editorial español: un índice de devolución excesivamente elevado que tensionaba el sector del libro a niveles difícilmente soportables. Las soluciones que aporta la tecnología POD (Printed on demand, el acrónimo de «impresión bajo demanda» en inglés) permiten al editor, por fin, encontrar una nueva vía para lanzar sus novedades editoriales reduciendo notablemente el riesgo editorial y, en paralelo, llevarlo a cabo con un grado de eficacia ciertamente sorprendente. Aunque la conversación entre aquellas cuatro personas en ocasiones pareciera ciencia ficción, por la aparente inverosimilitud de sus diálogos, apenas seis años después he tenido la gran satisfacción de comprobar hasta qué punto ese cúmulo de reflexiones y datos forman parte del día a día de nuestro sector editorial. En 2021 el índice de devolución medio en España para los títulos publicados en papel, en edición tradicional, fue aproximadamente de un 40%. Este indicador, lejos de descender continúa incrementando su valor año tras año. En el 2022, en el caso de uno de los grandes grupos editoriales el índice de devolución podría haber llegado al 60%. Demasiados libros para un número reducido de lectores y poco espacio disponible en las librerías, esta podría ser la conclusión. De hecho, en el XXV Congreso de las Librerías, Juan Manuel Salvador (Librería Diógenes) presentó un informe en el que, entre otras cosas, se afirmaba que «la industria del libro arrastra desde hace años graves ineficiencias debido al exceso de novedades. Tanto, que a veces es imposible saber cuántas novedades literarias hay al mes. El impacto cultural, económico y ambiental de este modelo es inaceptable y la crisis energética va a obligar a cambiarlo». ¿Será, entonces, el modelo de impresión bajo demanda, la principal vía para solucionar este cúmulo de ineficiencias? En mi opinión no es la única solución que debe de activarse, pero sí una de las más destacadas y además tiene, aún, un largo camino por recorrer con el fin de seguir optimizando sus resultados. Llegados a este punto hay que indicar que, cuando hablamos de «autoedición», es necesario especificar muy bien de qué estamos hablando en realidad. La autoedición ha existido desde siempre, solo que antes solamente se concebía como la opción que tiene cualquier escritor de acudir a una imprenta y publicar el número de ejemplares deseado de su obra. Pero actualmente esta palabra es un amplio paraguas que engloba distintas modalidades de publicación en donde el autor toma un protagonismo mayor que en el modelo de edición tradicional. Existen plataformas online mundialmente conocidas que permiten a cualquier persona lanzar sus obras a la venta en Internet, vendiendo la versión en papel mediante impresión bajo demanda. También tenemos editoriales de diferentes dimensiones que publican las obras de sus autores mediante un acuerdo de coedición, de modo que publican una tirada muy reducida de la obra en papel y en paralelo comercializan esa misma obra, o no, gracias a la impresión bajo demanda. Por último, también encontramos la opción de publicar la obra de cualquier autor con la ayuda y colaboración de una editorial mediante impresión bajo demanda sin que exista ninguna tirada física de la obra en el canal librerías. Sin el apoyo de una determinada tirada física inicial, el libro se comercializa a través de numerosos canales mediante un soporte digital de la obra que es gestionado adecuadamente por la editorial, la imprenta, el agregador o intermediario digital (funciona como un hub digital), el distribuidor final y la librería, pudiendo esta última ser tanto física como online. La editorial de autoedición también puede lanzar al mercado sus obras en formato electrónico o ebook, por supuesto, y en este caso los procesos editoriales son exactamente los mismos que los que utilizan las editoriales de edición tradicional. En impresión bajo demanda cuando el libro en papel es solicitado y adquirido por el lector, es entonces cuando se gestiona el pedido y se imprime la obra. El lector recibe la obra adquirida algunos días después en la propia librería donde la ha comprado, o bien en su propio domicilio si la ha adquirido en una tienda online. Este modelo de negocio, que utiliza la impresión bajo demanda como elemento disruptivo y diferencial a la hora de comercializar las obras, permite ahorrar cantidades importantes de papel, disminuye el riesgo financiero para el editor, ahorra espacio en las librerías, evita la rotura de stock, optimiza a lo largo del tiempo las acciones de promoción y difusión y, en definitiva, permite llevar a cabo un ajuste real entre la oferta y la demanda de la obra. Y por si todo esto fuera poco, la impresión bajo demanda disminuye notablemente la huella de carbono y es intrínsecamente más respetuosa con el medio ambiente que la edición tradicional. Actualmente hay un número importante de autores que, independientemente del nivel de la calidad literaria de su obra, o de si se trata de escritores nóveles o no, no consiguen publicar sus libros en edición tradicional por una cuestión muy sencilla: Las editoriales tradicionales no pueden publicarlo todo; tal y como se ha ido exponiendo anteriormente es inviable. Y precisamente por eso la autoedición puede ser la puerta de entrada al mundo del libro para todos ellos. De las distintas opciones que el escritor podrá encontrar en el mercado, lo más recomendable es apostar por un sello editorial verdaderamente especializado en autoedición. Ciertamente para poner en marcha el sistema de POD la tecnología juega un papel fundamental, pero hay determinadas habilidades, conocimientos y una dilatada experiencia que aportan los distintos equipos de trabajo que conforman las editoriales que resultan esenciales para que una obra pueda ser publicada con la mayor calidad posible, por una lado, y alcanzar el mejor resultado posible de difusión y facturación en el mercado por otro. Cuantos más servicios, asesoramiento, comunicación y criterio profesional pueda aportar una editorial, el escritor se sentirá mucho más seguro y mejor acompañado a la hora de lanzar la publicación de su obra al mercado. La gestión editorial integral de su manuscrito original estará en buenas manos, y será más sencillo alcanzar los objetivos deseados. También conviene recordar otro punto importante: el nivel de innovación. La dependencia de la tecnología de un sello editorial de autoedición es mayor que en la edición tradicional, una realidad que obliga a adaptarse constantemente a los cambios del sector e ir mejorando la eficacia de todos los procesos editoriales. Para poder innovar la tecnología es una herramienta fundamental, sin duda, pero si detrás de este apoyo no hay personas verdaderamente innovadoras, la editorial no podrá aprovechar del todo las oportunidades que la impresión bajo demanda ofrece. El equilibrio adecuado entre la tecnología, la capacidad de innovación y el nivel de conocimiento y experiencia en el ámbito editorial es el que permite a un sello especializado en autoedición ofrecer las máximas ventajas posibles a los escritores que apuesten por él. Quizás uno de los grandes retos a los que se enfrenta el fenómeno de la autoedición para las distintas editoriales especializadas es la capacidad, real, de poder lanzar al mercado nuevas figuras de la literatura, descubrir el talento de escritores cuyas obras pueden y deben de tener una trayectoria sobresaliente en el mercado. O dicho de otro modo, que fenómenos tan llamativos como Javier Castillo con su novela El día que se perdió la cordura, o Eva García Sáenz de Urturi con La saga de los longevos, dos ejemplos muy claros del éxito alcanzado mediante la autoedición, se vayan convirtiendo en algo habitual. En este punto nos encontramos con la clave de todo sello de autoedición que realmente quiera aportar valor al mercado editorial: una adecuada política de selección de manuscritos originales y la correcta gestión editorial de los mismos. Si decimos que las editoriales tradicionales no pueden publicarlo todo, y es cierto, en el caso de las editoriales de autoedición ocurre exactamente lo mismo. Para estas últimas el «olfato» y buen criterio del editor sigue siendo una habilidad indispensable. La esencia y la excelencia del trabajo editorial se mantiene, o debe de mantenerse, independientemente del modelo de negocio utilizado. La capacidad de innovación permanente, unida a la indispensable ayuda de la tecnología, no conforman un módulo de trabajo incompatible con las habilidades editoriales más tradicionales sino todo lo contrario. Una correcta y equilibrada política de selección de manuscritos originales, la capacidad de captar nuevos talentos literarios, la gestión eficaz de los distintos procesos editoriales y la posterior difusión y comercialización de las obras publicadas son las claves que permiten que la autoedición vaya ocupando el espacio que merece, tanto en las librerías físicas como en las múltiples plataformas y tiendas online del mercado. Al final la realidad siempre es muy tozuda y acaba poniendo las cosas en el lugar que le corresponden. Desde mi punto de vista los sellos editoriales especializados en autoedición que se esfuercen y se tomen en serio su responsabilidad a la hora de enriquecer, optimizar y aportar valor en el mercado del libro, serán los que vayan demostrando que este modelo de negocio editorial es y seguirá siendo uno de los vectores de crecimiento más destacados del sector del libro. Para terminar este artículo quería poner en valor una de las opciones que algunos de los sellos editoriales de autoedición incluyen dentro de su política editorial. Me refiero a todos aquellos (y se cuentan con los dedos de la mano) que tienen la capacidad directa de poder traspasar una obra a un sello de edición tradicional dentro de la misma “casa editorial”. Nosotros, en Mascarón de Proa, el próximo mes de junio vamos a publicar la obra Nitrato de Chile en un sello de edición tradicional de AlmuzaraLibros. La decisión fue acordada en uno de los consejos editoriales de febrero pasado, lo que sin duda supone un ejemplo perfecto de como los sellos de autoedición pueden actuar como lanzaderas o trampolines de las obras más destacadas de sus catálogos a la edición tradicional. El establecimiento de estas sinergias editoriales favorece a todos los actores implicados en las mismas, optimizando la gestión editorial y generando valor en el sector del libro. |
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